Columna En Contacto con la Conservación
Por Luz Delia Reyes
Colombiana, Periodista/ Magister en Educación Ambiental
En la obra “Neruda como genio natural”, se pone de relieve una faceta peculiar del poeta chileno, quien erige la naturaleza como referente de la belleza femenina, en consonancia con lo que Jorge Eduards señala en su ensayo: “Pablo Neruda: Poesía y Naturaleza”, el poeta está llamado a revelar la íntima relación que existe entre el hombre y su entorno.
A este propósito, utiliza la poesía porque es consciente del poder que esta tiene como herramienta de comunicación, así lo reitera el panameño ganador del Premio Nacional Ricardo Miró 2009, Salvador Medina Barahona, quien además de resaltar su valor de atemporalidad, asegura que “el poema es un elemento valioso en el mundo cotidiano, porque te hace más humano, más niño, menos hipócrita. Te ayuda a tender y cruzar ciertos puentes allí donde la incomunicación dispone sus baches”.
Es así como trascendiendo lo temático, el ambiente en la poesía alcanza dimensiones de estilo, escuela o movimiento, que traspasa las fronteras y el tiempo. Versos y rimas perfectamente construidas por poetas y poetisas de todo el planeta, continúan dibujando la belleza de los bosques, los océanos y la diversidad, al tiempo que se hacen eco de la tragedia que los amenaza, a través de la música o la ecopoesía que es arte, pero también denuncia.
Desafiante e insurgente, la balada “El progreso”, se sumó como un himno ecologista en los años setenta a las voces de protesta de la ciudadanía y de los grupos ecologistas contra los desastres medioambientales de Seveso (Milán-1976), donde la liberación de dioxina TCDD al ambiente, causó pánico colectivo; y el de Harrisburg (1979), originado por una fuga de gases radioactivos en un generador de la central nuclear de Three Mile Island, ubicada en Pensilvania. Al respecto, y antes de que la censura del régimen de Rafael Videla lo silenciara, el cantante brasilero Roberto Carlos dejó escuchar su voz…
…Yo quisiera no ver tantas nubes oscuras arriba/navegar sin hallar tantas manchas de aceite en los mares/y ballenas desapareciendo por falta de escrúpulos comerciales…
Yo quisiera ser civilizado como los animales…
Yo quisiera no ver tanto verde en la tierra muriendo/y en las aguas de ríos los peces desapareciendo…
Yo quisiera gritar que ese oro negro no es más que un negro veneno/ya sabemos que por todo eso vivimos ya menos…
A sabiendas del poder de la palabra hecha versos, el poeta argentino Rubén Sada, plasma en:” Marea negra, oscuros intereses”, los hechos perturbadores que rodearon el peor desastre ecológico registrado hasta el momento en 2010, por la explosión y derrame de millones de barriles de crudo en el Golfo de México, durante 87 días.
Pobre Tierra: ¡cómo te están matando!/Petróleo y poder, de la mano van./Esos negros intereses te aniquilan,/ ¡Pobre tierra, pobre aire, pobre mar!
De modo similar en México, mientras la periodista Angélica Ayala, convertía en noticia las incidencias de una deflagración originada en abril de 2013 por una quema agrícola en el cerro del Estribo Grande, Gonzalo Ramos Aranda, dejaba para la memoria del pueblo mejicano sus poemas “Grave ecocidio forestal, la vida en peligro mortal”, donde ilustra la destrucción del 90% de esta reserva ecológica, ubicada en la región de Pátzcuaro (México).
Contingencias ambientales, /algunas monumentales, /destruyen su ecosistema, /por imperio, por sistema. / ¡A impedir que eso suceda, /que su grandeza no muera!,/son los pulmones del orbe, /oxígeno que se absorbe.
Pero no todo es denuncia en la ecopoesía, también hay propuestas poético-sustentables, como la de la escritora Delia Arjona: “Te propongo cuidar nuestro planeta”, por mencionar solamente una de la extensa lista de cultores de la palabra argentina:
Consume, pero cuida siempre el derroche, /evita los envases descartables, /peligrosos y altos contaminantes. /Utiliza los envases retornables.
Te propongo el planeta recuperar, /la contaminación hay que frenar. /Hagamos todos juntos el esfuerzo,
para la vida en la tierra conservar.
Vista de este modo, la ecopoesía, no es un oficio trivial como podría pensarse, es un pronunciamiento artístico in crescendo que saca a la luz, incomoda, alza la voz y apunta con el índice las acciones humanas que atentan contra el ambiente, tratando de llegar a la conciencia de los seres de un planeta que se resiste a sucumbir. El alcance de su objetivo es palpable en los logros obtenidos dentro de las legislaciones de los estados y en la toma de decisiones gubernamentales.
Es una actividad reservada a la genialidad y cimentada en una genuina sensibilidad, que debe ser incluida dentro del espectro de posibilidades que ofrece la comunicación para contribuir a la sensibilización y el conocimiento de problemáticas relacionadas con el entorno, propiciando una atmósfera crítica que participe en los esfuerzos y estrategias de la educación ambiental.
(c) 2021/ MSc. Luz Delia Reyes
Foto: Cortesía Google. Salto Ángel (Venezuela)