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Imagen: clarin.com

Dañar para reparar

Lo que comenzó como una iniciativa particular para protestar en contra del daño que las acciones del hombre le ocasionaban al ambiente en el siglo pasado, se ha convertido en la actualidad en una estrategia de quienes se enriquecieron con la explotación del petróleo en Estados Unidos, para “lavarse las manos”.

Resulta paradójico, que mientras la extracción de cada barril de petróleo, continúa generando unos 63 kilogramos de dióxido de carbono, según estimaciones de Auke Hoekstra, los herederos de las grandes fortunas del petróleo, aporten millonarias sumas a organizaciones ambientalistas empeñadas en “lograr los cambios políticos y sociales rápidos y generalizados que se necesitan para combatir la crisis del cambio climático”, tal cual.

Aileen Getty, nieta del magnate petrolero John Paul Getty de Getty Oil (1928) es cofundadora del Fondo para la Emergencia Climática, habiendo contribuido hasta el momento con un millón de dólares, de los más de siete millones destinados a contratar activistas dispuestos a realizar acciones disruptivas, como vandalizar obras de arte, encadenarse a aviones, irrumpir en asambleas de empresas petroleras, que les den visibilidad en los medios y les ayude a crear conciencia sobre la situación actual del planeta.

Por su parte, Equation Campaign, creada por Rebecca Rockefeller y Peter Gill, descendientes del primer multimillonario petrolero de Estados Unidos, John Rockefeller, se ha comprometido a aportar 30 millones de dólares en un lapso de 10 años y, al igual que el Fondo para la Emergencia Climática, busca impedir a través de actos de desobediencia civil no convencionales, el aumento de la producción de combustibles fósiles.

Agotadas las posibilidades de las protestas tradicionales, los activistas climáticos son contratados por estas organizaciones en Estados Unidos, Canadá y Europa para poner en práctica tácticas cada vez más extremas que se han ganado el repudio de los ciudadanos: “No intentamos ser populares”, dijo Zain Hag abiertamente, quien recibió 170.000 dólares del Fondo por enfrentarse a la industria forestal y evitar la tala de los bosques ancestrales en Canadá.

Por extraño que parezca, ellos lo están logrando, incluso con más contundencia que los grupos sin fines de lucro. “Odio tener que haber hecho algo así”, explicó McKechnie, un activista que se ató a la portería durante un partido de la Liga Premier usando una banda de metal, “pero la única forma de lograr que escuchen y protejan el futuro de mi propia generación es generar una molestia tan fuerte que no pueda ser ignorada”.

© 2024. MSc.Luz Delia Reyes

Educadora Ambiental

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