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20 de mayo Dia Mundial de las Abejas

Un vuelo vital bajo amenaza

Por su función en la vida de la especie humana, las abejas han sido consideradas patrimonio inmaterial de la Unesco y el animal más importante del mundo; es por esto que su anunciada extinción ha estimulado a nivel mundial la investigación científica y la creación de revolucionarias alternativas para su resguardo o posible sustitución.

 La mayoría de las amenazas identificadas en la última década, son antrópicas: estrés ambiental, uso de pesticidas, deforestación, segmentación de sus hábitats, efectos del cambio climático y, últimamente el Instituto Federal de Tecnología de Suiza ha añadido a la lista, las ondas emitidas por la telefonía móvil como posible causa de la acelerada desaparición de las abejas.

Sea cual fuere la causa, de consumarse la hecatombe anunciada, las consecuencias serían desastrosas sobre la cadena trófica, los ecosistemas, y por extensión, sobre la vida de los seres humanos. Tal cual lo señala un estudio de la Universidad de Harvard: “la polinización inadecuada está reduciendo el rendimiento global de frutas, verduras y nueces entre un 3 y un 5%. Un descenso del acceso a los alimentos saludables que podría traducirse en más de cuatrocientas mil muertes por problemas de salud”.

Aunque todos los polinizadores de esta especie son valiosos, se asegura que el impacto ecológico de la posible extinción de las abejas silvestres, no podría compararse con el de la abeja melífera, por su valor como agente polinizador de cultivos y la producción de miel, que constituye una importante fuente de ingresos. Las cifras las proporciona la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES): “la abeja occidental es el polinizador más extendido a nivel mundial, y más de 80 millones de colmenas producen unos 1,6 millones de toneladas de miel al año”.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hace una aproximación a los beneficios de una tarea en apariencia tan simple como trasladar polen de una flor a otra: “más del 75% de los cultivos mundiales dependen de la polinización. De hecho, los polinizadores pueden incrementar la producción de 87 de los principales cultivos alimentarios e incluso de muchos medicamentos derivados de las plantas”.

A nivel mundial se han activado las alarmas y el desarrollo de investigaciones en la búsqueda de un plan B aplicable a corto plazo y en forma global, algo complejo en extremo, debido a que cada una de las 20 mil especies de abejas silvestres o de cría, está adaptada a hábitats y a condiciones de supervivencia tan disímiles, como la relación que establecen durante su vida con un tipo específico de flores.

No obstante, el ritmo lento de las investigaciones y los altos costos de las experimentaciones, los resultados de algunos estudios comienzan a ser aplicados en la erradicación de los pesticidas, una de las peores amenazas. Ejemplo de esto es una técnica generada por investigadores europeos y norteamericanos, que consiste en alternar los cultivos con flores silvestres y espacios con árboles y bosques, para favorecer el incremento de predadores naturales, disminuyendo así el uso de agroquímicos. Otro frente de lucha contra el impacto de los neocotinoides sobre la vida de las abejas, han sido las denuncias que comienzan a ser atendidas. El apicultor Enrique Simó, y el experto de Greenpeace Luís Ferreirim, lograron luego de 15 años de insistencia que la Unión Europea prohibiera el uso de tres de los agroquímicos más letales, mientras se espera una respuesta positiva de las Naciones Unidas sobre la reducción de al menos dos tercios de estos, para 2030.

La tecnología por su parte, continúa recopilando información sobre las causas del despoblamiento de las abejas, monitoreándolas a través de la inserción de microchips para precisar “cuántas salen de la colmena y cuántas regresan, cuáles son sus rutas, sus enemigos naturales, de qué recursos florales dependen y algunos aspectos genéticos que desconocemos”. También en la preservación de sus hábitats, la tecnología ha sido una importante aliada en el control de la temperatura interna de la colmena, que no puede sobrepasar los 35°C, o de lo contrario podría comprometer la fertilidad de la abeja reina.

Mientras la investigación avanza y proporciona sus hallazgos para evitar el exterminio en aquellos lugares donde todavía existen poblaciones del himenóptero, en otros, como en la provincia china de Hanyuan, donde esta especie se extinguió hace décadas, algunos fruticultores alquilan colmenas o realizan el duro trabajo de polinizar manualmente cada flor, como alternativa. Una solución que ha sido calificada de inviable a nivel global, puesto que demandaría la participación de muchos individuos y de grandes inversiones.

La posible reducción de cultivos a causa de la ausencia de abejas, le plantea al hombre una rápida adaptación a una dieta alimentaria carente de rubros producidos a través de la polinización, con efectos no deseables para la salud. Pero los investigadores de Japón tienen en la biotecnología la respuesta. Se trata de la edición genética que permite modificar especies vegetales, a través de la alteración de su ADN, pasando por alto la polinización natural o manual.

En este escenario tecnológico, aparecen las abejas de diseño, resistentes a los químicos, para remediar la crisis, como el prototipo presentado por el profesor Martín Beye, quien paradójicamente cree que: “El mundo no necesita abejas resistentes a los químicos. Necesita prácticas agrícolas que no dañen a las abejas”. Pero el químico Eijiro Miyako, del Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Japón, no piensa igual y ha creado el primer dron-abeja polinizador, con una capacidad de polinización del 90% de los casos. Este mini dron consta de GPS, minicámaras e inteligencia artificial, similar al RoboBee, desarrollado por la Universidad de Harvard.

La robótica como alternativa a la posible ausencia de abejas, de acuerdo a los expertos, todavía tiene mucho camino que recorrer y problemas que arreglar en relación al vuelo autónomo prolongado, la energía y la estabilidad de vuelo necesaria para que se produzca la polinización. Y hay algo aún más difícil de solventar, y es el hecho de que “la cooperación entre plantas e insectos se remonta a más de un millón de años, y está finamente afinada y ajustada. No hay forma de que podamos construir drones para reemplazar ni siquiera una pequeña fracción de esto”, explica Anne Sverdrup-Thygeson. profesora de la Universidad de Noruega.

© 2023 Luz Delia Reyes Plazas

Educadora ambiental

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